Una fallida “práctica médica” en Ciudad Obregón
Hiram Félix Rosas
Jesús Alonso Padilla Valenzuela
Universidad de Sonora
hiram.felix@unison.mx / a221210842@unison.mx
El 2 de abril de 1951, Enrique Serrano, trabajador en los campos agrícolas del valle del Yaqui, acudió a las oficinas del Diario del Yaqui para acusar al médico Manuel Silva Barragán, quien lo había “estafado vilmente mediante un vulgar engaño”.
El doctor Silva prestaba sus servicios en Ciudad Obregón, una ciudad de poco más de 30 mil habitantes. Se anunciaba como “especialista en enfermedades del aparato digestivo”, males que -según los relatos médicos de la época- afectaban a la mayoría de la población, por la falta de higiene y el manejo inadecuado de los alimentos.
La atención consistió en la extracción de jugo gástrico y la aplicación de penicilina. Enrique Serrano refirió que la enfermedad estomacal persistía y sospechó que la inyección no fue del medicamento sino de agua destilada. Al crecer la desconfianza, acudió al laboratorio de la química bacteriológica Elvira del Arenal, donde supuestamente se había analizado la muestra, pero le informaron que no existía un expediente a su nombre.
Al sentirse estafado, Serrano presentó una denuncia ante el Ministerio Público, quien citó al doctor Silva para que respondiera la acusación. El artículo del Diario del Yaqui relata que en los pasillos del Palacio Municipal se produjo un diálogo entre ambos. El afectado resaltó el timo del que fue víctima, el médico reconoció la falta y ofreció con -la aprobación del agente judicial- devolverle el dinero.
El asunto parecía terminar con este acuerdo entre las partes, un problema resuelto con la devolución de los 80 pesos. Pero el 4 de abril apareció otra nota en donde se informó que el presidente de la Asociación Médica de Ciudad Obregón y el delegado de Sanidad y Asistencia Pública solicitaron al doctor Silva que mostrara su título profesional, para cumplir con los requisitos fiscales y “desvirtuar las constantes versiones de que se trata de un charlatán”.
Como parte del proceso de investigación periodística, se visitó el consultorio, pero estaba cerrado y aparentemente abandonado por el temor de que se instruyera un proceso por suplantación profesional y “una serie fraudes y engaños cometidos con distintas personas”. Algunos de los afectados indicaron que el doctor Silva cobraba por operaciones que no realizaba. Además, entrevistaron a médicos contemporáneos, también egresados de la Universidad de Guadalajara, pero ninguno lo recordó como estudiante.
El 6 de abril el Diario del Yaqui publicó “M. Silva Barragán confesó al fin, que no es médico”. La nota indica que, luego de las distintas evidencias expuestas en su contra, el doctor Silva envió a personas de confianza para “suplicar que se le permitiera salir de la población”, comprometiéndose a cerrar su consultorio y “no ejercer más la medicina”.
Acorralado por las evidencias en su contra, el doctor Silva confesó que carecía de título y que todos sus actos los realizó en “un momento de audacia”. Este “falso médico” logró gran alcance gracias a sus “conferencias por radio”, en donde trataba temas de salud infantil, con información recuperada de revistas de pediatría. Según los testimonios de algunos médicos locales, Manuel Silva Barragán era un “esquizofrénico” con “delirios de gran señor”, sentía -especialmente- que era un “gran médico”.
El caso nos proporciona información, pero nos deja muchas preguntas acerca del pasado y futuro de Manuel Silva: ¿Cómo y desde cuándo surgió el interés por ser un falso médico? ¿Cuántas personas más fueron estafadas? ¿Cómo su ejercicio “profesional”? ¿Cuáles eran los mecanismos para construir la confianza de sus pacientes? ¿Cómo burló las restricciones para ejercer sin la certificación requerida? ¿Cumplió su promesa o retomó sus prácticas en otro sitio?
Hacia 1947, el Directorio General de Ciudad Obregón reporta la presencia de 19 médicos, cinco odontólogos y el funcionamiento de siete boticas, cuatro químicos, tres sanatorios y un hospital municipal. Estos servicios de salud parecen insuficientes para un entorno de más de 60 mil habitantes (entre la cabecera y los asentamientos rurales). Esto, más la falta de rigidez para regular la práctica médica por parte de las autoridades sanitarias, constituían un escenario propicio para “aventureros” y “audaces”, como Manuel Silva Barragán, quien protagonizó esta burda y fallida estafa a personas necesitadas de atención para sus problemas de salud.
Para saber más
Diario del Yaqui. 3-6 de abril de 1951. Hemeroteca de la Universidad de Sonora.
Directorio general de Ciudad Obregón (1947): https://redescubramossonora.mx/repositorio/directorio-general-de-ciudad-obregon/

Título: Anuncio del Sanatorio Dr. Francisco Montes de Oca.
Fuente: Directorio general de Ciudad Obregón (1947, p. 103).
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