La epidemia de 1761 en Filipinas
Mario Alberto Roa López
CEAA-El Colegio de México
Durante el siglo XVIII, la Nueva España fue asolada por diversas epidemias. Sin embargo, algunos fenómenos epidémicos generaron mayores afectaciones en la población. Por ejemplo, “el gran matlazáhuatl” de 1736 o la viruela y las fiebres de 1761 y 1762. El territorio novohispano fue asolado por la viruela, posteriormente, el matlazáhuatl apareció en la primavera de 1762.
En la capital del virreinato, la viruela circuló en las últimas semanas del mes de agosto de 1761, quizás, la enfermedad provenía de algunos pueblos de la costa veracruzana. En concreto, en la parroquia de El Sagrario se reportaron las primeras defunciones en septiembre. En las siguientes semanas, la enfermedad se propagó en los diversos barrios de indios. Vale la pena mencionar, que, al año siguiente, se informó la aparición de brotes y aumento de contagios de matlazáhuatl durante el verano de 1762. Ambas enfermedades causaron trastornos económicos, sociales y culturales en la población novohispana. En particular, el cabildo, el arzobispo y los jesuitas de la Profesa gestionaron la procesión a la virgen de Loreto para pedir la intervención divina.
En cambio, en los territorios hispanos más allá del Océano Pacífico, en el archipiélago filipino, la situación de la población de Manila no era tan diferente a la novohispana. Esta ciudad, sede de los poderes religiosos y civiles españoles, yacía asolada por brotes de viruela. Según los informes del arzobispo y gobernador de Filipinas, Manuel Antonio Rojo, los primeros enfermos se reportaron en junio de 1761. Sin embargo, los virulentos fueron en aumento, el arzobispo Rojo mencionó que los grupos más afectados fueron los naturales y en menor medida los españoles, entre ellos, algunos clérigos como Juan de Mijares, provisor del prelado.
Además, Rojo registró que la viruela en Filipinas se propagó durante dos meses, pero al paso de las semanas los contagios no aminoraron en la urbe. Fue así, que la viruela se convirtió en una grave epidemia que afectó a la población de las diversas islas. Tal parece, que los enfermos disminuyeron en los primeros meses de 1762, en palabras del arzobispo la epidemia había terminado gracias a la intervención de la virgen de Guadalupe.
Probablemente, el origen de la viruela que asoló a la Nueva España no está relacionado con los brotes de Manila, pero estas semejanzas nos muestran el contacto sociocultural que existió entre la Nueva España y Filipinas. Cabe resaltar, que antes de la aparición de las epidemias se reportaron daños por sequías, periodos de hambruna en las diferentes regiones. Además, las condiciones políticas y económicas de ambos territorios se complicaron por la Guerra de los Siete años (1756-1763).
Para saber más:
Donald B. Cooper, Donald B. Las epidemias en la ciudad de México, 1761-1813, México: IMSS, 1980.
García Acosta, Virginia, Manuel Pérez Zevallos y América Molina del Villar, Desastres agrícolas en México. Catálogo Histórico, Época prehispánica y colonial, (958-1822), México: FCE/CIESAS, 2003.
Molina del Villar, América, La Nueva España y el matlazáhuatl 1736-1739, México: CIESAS/El Colegio de Michoacán, 2001.

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