Óscar Liera y Abigael Bohórquez
Santos Javier Velázquez Hernández
Venecia Citlali Lara Caldera
Universidad Autónoma de Sinaloa
Dos escritores del noroeste mexicano, cuando estaban en la plenitud de su carrera literaria, fallecieron víctimas de la pandemia del sida: el dramaturgo sinaloense Óscar Liera (1946-1990) y el poeta sonorense Abigael Bohórquez (1936-1995).
De Liera se mencionó que su deceso había sido por histoplasmosis, enfermedad producida por el hongo del guano de los murciélagos, aunque en un principio se pensó que había padecido leucemia. El doctor Víctor Rochín diría que el autor de El jinete de la Divina Providencia había tenido calentura con frío durante 20 años.[1]
De acuerdo con Gerardo Díaz Sandy, los pacientes tenían el derecho de mantener en secreto su padecimiento, y por eso, muchas veces “se informa que los decesos se deben a distintas enfermedades, pero no a la causa última que los liberó”.[2] La razón del “secreto” se debía al estigma, discriminación y violencia con que se trató a los enfermos de sida, ya que en esa época se asociaba con la homosexualidad masculina.
A pesar de que desde los ochentas se conocía del sida, fue hasta la década de los noventa cuando hubo un boom informativo en términos de detección de casos diagnosticados, muertes relacionadas y, sobre todo, información tendenciosa que dio paso a una atmósfera de estigmatización manifiesta en exclusión, discriminación laboral, estereotipos y prejuicios hacia los enfermos.[3]
A Liera oficialmente no se le vinculó con el sida hasta que Díaz Sandy publicó en 1992 una lista de artistas víctimas, en la que lo incluyó. El periodista argumentó que se trataba de un asunto de salud pública y que, por lo tanto, era necesario alzar la voz.[4] La muerte había silenciado de tajo a uno de los ingenios más agudos del teatro mexicano.

Fotografía de Hiram Félix Rosas.
Sin embargo, quien logró alzar la voz en primera persona fue Bohórquez. En 1991 escribió Poesida, “documento cruel pero solidario”, una “poesía testimonial de quien pudo escribirla con todas las palabras de que es capaz un hombre”.[5] Con este poemario se hizo acreedor del Premio Internacional de Poesía en 1992, organizado por CONASIDA, la Organización Panamericana de la Salud y la UNAM.
Se trata de una protesta airada en contra de la “quemazón de brujas” que se hizo en contra de los homosexuales, a quienes se les fincó la culpa, pero es también un grito desgarrador, hondamente humano, que buscó erigirse desde la vitalidad y el amor en contra de la muerte. Son emblemáticos estos versos del poeta Abigael Bohórquez:
Vengo a estarme de luto
porque puedo.
Porque si no lo digo
yo
poeta de mi hora y de mi tiempo,
se me vendría abajo el alma, de vergüenza,
por haberme callado.[6]
[1] Jaime Rochín, “Archivo médico”, Escriba, núm. 22, Culiacán, uas, 18 de febrero de 1990, pp. 14-15.
[2] Gerardo Ochoa Sandy, “Los muertos de sida en el medio cultural mexicano”, Proceso, núm. 806, México, 11 de abril de 1992.
[3] Jon Arrizabalaga, “De la ‘peste gay’ a la enfermedad de ‘los otros’: quince años de historia del sida”, Papeles de la FM, N1997. https://core.ac.uk/download/pdf/36044846.pdf
[4] Gerardo Díaz Sandy, “Los muertos de sida en el medio cultural mexicano”, Proceso, núm. 806, México, 11 de abril de 1992.
[5] Abigael Bohórquez, “Poesida (1996)”, en Poesía reunida e inédita, Instituto Sonorense de Cultura, 2016, p. 543.
[6] Ibíd., p. 565.

Elaboración: Venecia C. Lara.

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