Controversias en el hospital de San Pedro, Puebla
Gabriel García Márquez
UPAEP
De España a Nueva España se dio una traslación de sistemas e instituciones jurídicas, una de ellas fue el Real Protomedicato, institución que tenía la finalidad de asegurar el correcto ejercicio de los servicios de salud para asegurar el bienestar de la población.[1]
Lo anterior se tradujo en el establecimiento de centros de saberes y hospitales, aunque de estos últimos es necesario mencionar que su naturaleza asistencial religiosa hacía que debieran su adscripción a la Iglesia antes que a la Corona. En Puebla de los Ángeles esta configuración jurídica generó numerosas controversias en torno a uno de los hospitales más importantes del Virreinato, esto por la compleja dualidad: la Real (por ser del patronato regio) y la Papal (por estar al cuidado del obispo). Hablamos del Real Hospital de Nuestro Señor San Pedro, espacio que vivió numerosas disputas competenciales y administrativas a lo largo de su historia, mismas que comentaremos en este artículo.
Una de las preocupaciones del gobierno virreinal era asegurar el correcto funcionamiento de los hospitales, para ello se valían de la vigilancia del Real Protomedicato. Cuando ésta no resultó suficiente se emitió una ordenanza por parte de Felipe II[2] para que intervinieran las autoridades civiles. Esta acción demuestra el interés por parte de las autoridades reales y virreinales para preservar el buen funcionamiento de los hospitales, afianzado a través de regulaciones jurídicas.
Entonces no sorprenderá que el cabildo poblano fundara el primer hospital de la ciudad en 1538, mucho menos que Fray Julián Garcés buscara construir un segundo hospital. Para ello Garcés estableció tres novenos[3] de los diezmos[4], su razón fue el traslado de la diócesis de Tlaxcala a Puebla, ocurrida en 1543.

Tras la muerte de Garcés, la fundación pasó al cabildo catedralicio, ante esto el virrey pretendió elevar el hospital a «Real», aunque se ve impedido por el recelo del cabildo, quien defendía la titularidad de sus obras. Tras una serie de disputas se aceptó el privilegio regio con la condición (totalmente de derecho) de que la administración la llevaría el cabildo catedralicio.
El desempeño del cabildo fue malo, pues de los tres novenos de Garcés solo se invertía y registraba noveno y medio, indicio de un desvío de fondos. Por ello se decidió intervenir el hospital por parte de la Real Hacienda a inicios del siglo XVII. Esto causó una segunda controversia, pues el cabildo consideraba -con justo derecho- que era agresiva; en cambio la Real Hacienda -también con justo derecho- la consideraba necesaria. Esta intervención fue parcialmente exitosa, pues para 1636 las cuentas se transparentaron, aunque solo eran sobre el estado del inmueble.
No obstante, los malos manejos no terminaron, al grado de que el virrey Lope Díez escribió en 1636 al rey, informando que las controversias las ocasionó el cabildo por su negación de aceptar las obligaciones que implicaban el privilegio regio y que ello ponía en “riesgo el cumplimiento y conveniencia de su funcionamiento”.[5] Añade: “es necesario que su magestad (sic) vea la importancia de esta materia”.[6] Nada alejado de la realidad, pues en 1640, a la llegada de Don Juan de Palafox al obispado de Puebla, se volvió a intervenir el Hospital por la noticia de los tratos inhumanos por parte de los funcionarios civiles, se edificó la segunda planta del hospital[7] y se modernizaron las instalaciones.
Ni el virrey ni Palafox detuvieron las controversias, en 1722 el cabildo pretendió negar el privilegio real.[8] Afortunadamente la promulgación de las constituciones, hecha siete años antes,[9] logró detener paulatinamente los conflictos, ya que forzó al hospital a operar bajo una normativa estricta.
A pesar de todas las controversias, el hospital llegó al siglo XIX con suma dignidad, pues en ese momento brindaba uno de los mejores servicios médicos de todo el reino, se alzaron grandes patios y naves que dieron atención a indígenas y españoles, con lo que el hospital alcanzaba la dignidad de su nombre: Real Hospital de Nuestro Señor San Pedro. Queda a la imaginación preguntarnos ¿Qué esplendor hubiera alcanzado el hospital de no haber sufrido el recelo del cabildo?
[1] Córdoba Flores, Consuelo. “Instituciones y políticas de salud pública en la Ciudad de México, de la colonia al porfiriato”. En Historelo, revista de historia regional y local. Vol 12, No. 24. 76-107. México. 2020
[2] Ortega García, Josefa Luisa. Los nosocomios de la Ciudad de los Reyes durante la colonización española. España: Universidad de Sevilla. 1986. En: https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=67202
[3] Los novenos son una medida económica que refería a la mitad de la totalidad de los diezmos recibidos por una
catedral, recibieron este nombre por ser divididos en nueve partes a saber: cuatro para las parroquias, tres para los hospitales y dos para los reyes.
[4] Muriel, Josefina. Hospitales de la Nueva España, Fundaciones del siglo XVI. México: Universidad Nacional Autónoma de México. 1990.
[5] Carta del virrey Lope Díez de Armendáriz, marqués de Cadereyta. Archivo General de Indias. México, 1639. Foja 1, p1. Recuperado de PARES: https://pares.mcu.es/ParesBusquedas20/catalogo/description/361763?nm
[6] Carta del virrey… Foja 1. p. 2.
[7] Fajardo Ortíz, Guillermo. “Un pasado con mucho presente. El Hospital Real de San Pedro en Puebla de los Ángeles”. En Cirugía y Cirujanos, vol. 70 no. 6 459-467. México: Academia Mexicana de Cirugía. 2002 p. 460.
[8] Muriel Josefina. Hospitales de…
[9] Fajardo Ortíz, Guillermo. Un pasado…

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