Las tesis de medicina de la Real Universidad de México

Gerardo Martínez Hernández

IISUE- UNAM

gemarh@yahoo.com

Hoy en día cualquier estudiante universitario sabe que la tesis es una opción de titulación que consiste en la presentación de un trabajo académico y su defensa ante un sínodo. Se trata de un trabajo que plantea un tema original de investigación que queda plasmado en un escrito de decenas o cientos de páginas. No obstante, la imagen que ahora tenemos de la tesis no siempre ha sido la misma. En las universidades hispánicas del Antiguo Régimen, entre las que se encontraba la Real Universidad de México, estos textos eran completamente diferentes.

La Real Universidad de México se fundó en septiembre 1551. Dos años más tarde, en junio de 1553, se comenzaron a leer sus primeras cátedras. Las facultades que entonces existían eran cinco: artes, teología, derecho civil, derecho canónico y medicina. La facultad de artes representaba el inicio de los estudios universitarios porque ahí se aprendían durante tres años las artes liberales como preparación para ingresar a las facultades de teología y medicina. Por esta razón a la facultad de artes se le denominaba facultad menor y al resto se les conocía como facultades mayores.

En todas las facultades se otorgaban los grados de bachiller, licenciado y doctor. El único grado universitario que requería de asistencia a cursos era el de bachiller, el resto se obtenía mediante exámenes que resultaban muy costosos y, por lo tanto, no eran asequibles al común de las personas. Así, la mayor parte de los universitarios con grados de licenciado y doctor pertenecían a la alta burocracia del virreinato, a la nobleza, al estado eclesiástico o a otros grupos de élite.

Para obtener el grado de bachiller en cualquier facultad era necesario cursar la mayor parte de las cátedras que se impartían en cada una de ellas; por ejemplo, en medicina era obligatorio asistir a los cursos en las cátedras de prima (llamada así porque era la que se daba a primera hora de la mañana), vísperas (porque se leía por la tarde) y cirugía y anatomía, durante los cuatro años que duraba la formación del médico.

Adicionalmente, el estudiante médico estaba obligado a cursar un año en la cátedra de Metodo Medendi o en la de matemáticas y astrología. Los catedráticos dictaban su lección en latín siguiendo los libros de los autores clásicos. En el caso de la facultad de medicina se leían y comentaban principalmente los textos de Hipócrates y Galeno, y de los árabes Avicena y Rhazes.

Para comprobar que se había cumplido con un curso, un estudiante tenía primero que matricularse al inicio de éste y al final debía presentar a un par de compañeros de clases ante el secretario de la universidad y éstos tenían que jurar por Dios y la Cruz que habían visto al interesado asistir regularmente a las lecciones. Es decir, no existía el pase de lista ni las evaluaciones de fin de curso.

Poco antes de concluir los cuatro años de su formación en las aulas los estudiantes tenían que cumplir forzosamente con uno o varios actos de conclusiones, los cuales consistían en exposiciones y discusiones orales en torno a un tema o autor. En esos eventos participaba activamente el alumnado y en algunas ocasiones también intervenían los catedráticos de la facultad. La finalidad de dichos actos era aprender a exponer y debatir correctamente las ideas o interpretaciones que podían causar confusión. Al mismo tiempo era un ejercicio previo al acto de examen.

Este tipo de enseñanza que caracterizó a las universidades de la Edad Media y la Edad Moderna se le conocía como método escolástico. Por último, para ganar el grado de bachiller en medicina, el estudiante tenía que enfrentar un requisito que sólo era necesario en las facultades de artes y medicina: un examen, para el cual antes debía publicar una tesis.

Como decíamos al principio, las tesis que se presentaban en la Real Universidad no eran trabajos de investigación como hoy en día; consistían solamente en una foja grande en la que por un solo lado el estudiante anotaba una serie de conclusiones[1] o temas extraídos de las obras que se estudiaban durante los cursos. Una tesis de medicina por lo general presentaba sentencias de las obras de Galeno e Hipócrates.

A mediados del siglo XVII, las constituciones universitarias elaboradas por Juan de Palafox y Mendoza estipularon que las tesis de bachiller en medicina incluyeran 16 sentencias, no obstante, la mayor parte de las tesis de ese siglo conservadas actualmente en el Archivo General de la Nación no coinciden con esa cantidad. Por ejemplo, la tesis del estudiante Jerónimo de Herrera, presentada el 15 de junio de 1669, contenía 10 conclusiones las cuales eran: 1) Sobre los humores naturales (De rebus naturalibus), 2) Sobre los humores contra naturales (De humoribus praeternaturam), 3) Sobre la enfermedad y sus tiempos (De morbo eiusque temporibus), 4) Sobre la fiebres (De febribus), 5) Sobre las pulsaciones y las orinas (De pulsibus et urinis), 6) Sobre el flujo de la sangre (De sanguinis missione ), 7) Sobre la purificación (De expurgatione), 8) Sobre la ración del alimento (De victus ratione), 9) Sobre los espíritus y las partes del cuerpo (De spiritibus et partibus) y 10) Sobre la cirugía y la materia médica (De chirurgia et phylosophia).

Las tesis se caracterizaban por estar escritas en latín y tener una dedicatoria (a algún personaje importante de la sociedad novohispana o a alguna advocación católica), luego venían las conclusiones a debatir, y finalmente el nombre del decano de la facultad y la fecha y hora del acto de examen. El texto debía hacerse público un día antes del examen en algún lugar visible dentro de la universidad.

Por lo regular las tesis eran clavadas en la puerta del salón de actos para cumplir con su principal función: invitar a debatir al resto de la comunidad universitaria a los actos de examen, pues, aunque existía un protocolo de defensa del sustentante ante los catedráticos, posteriormente se permitía la participación de los asistentes. Durante el acto de examen ocho catedráticos (siete de la facultad de medicina y uno de la facultad de artes) argüían al estudiante mientras éste iba respondiendo “a veces negando a veces concediendo”. Posteriormente el sínodo votaba de forma secreta introduciendo una letra A (aprobado) o una R (reprobado) en una urna. Al final se contaba el total de letras y según la mayoría se decidía otorgar o no el grado de bachiller. Cuando acontecía un empate en el número de votos, el presidente del acto era quien tenía la decisión final.


Para saber más:

Martínez Hernández, Gerardo (2014). La medicina en la Nueva España, siglos XVI y XVII. Consolidación de los modelos institucionales y académicos, México, UNAM. Consulta: http://www.iisue.unam.mx/publicaciones/libros/la-medicina-en-la-nueva-espana-siglos-xvi-y-xvii-consolidacion-de-los-modelos-institucionales-y-academicos

Martínez Hernández, Gerardo (2008). “La trayectoria académica del bachiller en medicina de la Real Universidad de México, siglo XVII”, Intus Legere Historia, Vol. 2, N° 1, pp. 75-96. Descarga: http://intushistoria.uai.cl/index.php/intushistoria/article/view/113/100

Maza, Francisco de la (1944), Las tesis impresas de la antigua Universidad de México, México, Imprenta Universitaria.

Pavón Romero, Armando (2010). El gremio docto. Organización corporativa y gobierno en la Universidad de México en el siglo XVI, Valencia, Publicacions de la Universitat de València.

Viveros Maldonado, Germán (1995). Hipocratismo en México. Siglo XVI, México, UNAM.


[1] En la época a la tesis también se le conocía como conclusiones.

Tesis del bachiller en medicina Jerónimo de Herrera (15 de junio de 1669).
Fuente: Archivo General de la Nación, Ramo Universidad, Vol. 279, f. 583.

Fragmento de la portada del libro Summa y Recopilación de Cirugía de Alonzo López de Hinojosos.
Fuente: https://www.nlm.nih.gov/exhibition/exvotos/images/hinojososinset.jpg

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