Mario Alberto Roa López
CIESAS Peninsular / marius.roa@gmail.com
El estudio histórico de las epidemias siempre ha cautivado la atención de investigadores. Este interés se ha fortalecido a partir de la pandemia que experimentamos con la covid-19. La contingencia sanitaria motivó acercamientos a las situaciones que enfrentaron las sociedades del pasado ante acontecimientos similares.
Actualmente, las investigaciones acerca de enfermedades y epidemias han presentado un viraje hacia factores que no eran tan visibles. Por ejemplo, los elementos climáticos y ambientales, resultado de agentes naturales y humanos.
Teposcolula, una de las provincias más prósperas de Oaxaca padeció a causa de una serie de imprevistos epidémicos que estuvieron vinculados a un conjunto de eventualidades climáticas. La jurisdicción de Teposcolula incluía un amplio número de pueblos, principalmente asentados en la denominada región de la Mixteca Alta.
Durante el periodo novohispano, la Mixteca era una región con una bonanza económica evidente. La zona se especializó en la cría de ganado menor. Estas actividades incentivaron que españoles, caciques, pueblos de indios y órdenes religiosas participaran en alguna de las etapas de la actividad pecuaria.
Los negocios de la región posibilitaron que los habitantes de Teposcolula patrocinaran la ampliación de los templos, la fabricación de retablos y la circulación de productos de diferentes espacios de la Nueva España, Europa y Asia.
Desde luego, los años favorables se vieron opacados por ciclos de fenómenos climáticos. En ese sentido, el territorio de Teposcolula experimentó una cadena de epidemias entre 1779 a 1780.
La consulta del Atlas de sequías, derivado de una reconstrucción a partir de las cronologías de los anillos de árboles, convalida la presencia de sequías entre 1779 y 1780. Esto provocó la destrucción de cosechas y desencadenó periodos prolongados de hambrunas en la región.
Al mismo tiempo se presentaron epidemias de sarampión, tabardillo y viruela. Algunos de los pueblos de indios afectados fueron San Juan Bautista Coixtlahuaca, San Cristóbal Suchixtlahuaca, San Jerónimo Otla, Santo Domingo Tepelmeme, Santiago de las Plumas, Magdalena Ticotlán, San Antonio Abad, Santa Cruz, Concepción, San Mateo Tlaquiltepec, San Francisco Tiopa, San Miguel Astatla y Santa Catarina Yucundzaquaa. Todas estas poblaciones solicitaron el perdón del pago de tributos, pues argumentaron que las sequías y las epidemias los habían empobrecido.
En resumen, de manera complementaria a los documentos de archivo, el uso de algunas técnicas de análisis de las ciencias naturales nos puede ayudar a identificar y confirmar la existencia de eventos climáticos en el pasado. Esto a su vez, nos permite ampliar la comprensión de la relación entre los fenómenos climáticos y epidémicos, así como sus efectos en las poblaciones históricas mexicanas.
Para saber más:
Florescano, Enrique (1980). Análisis de las sequías en México. México: Secretaría de Agricultura y Recursos Naturales – Comisión del Plan Nacional Hidráulico.
Alzate y Ramírez, José Antonio de (1982). «Textos sobre la ciudad de México», en Sonia Lombardo de Ruiz, Antología de textos sobre la ciudad de México en el periodo de la Ilustración (1788-1792). México: Instituto Nacional de Antropología e Historia. Colección Científica, 113.

Fotografía: “San Pedro y San Pablo Teposcolula, Oaxaca” de Christian Ramiro González Verón.
Fuente: https://flic.kr/p/7fhgQQ

Infografía: Esmeralda Jauregui Vargas.
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