Cuando la Inquisición se encontró con la práctica en la Villa de Culiacán, siglo XVII
Venecia Citlali Lara Caldera
Universidad Autónoma de Sinaloa / vlaracal@uas.edu.mx
En el año 1627 hubo un edicto inquisitorial para los habitantes de la Villa de San Miguel de Culiacán, en éste se solicitó que denunciaran conductas que parecieran sospechosas de ir en contra a los dogmas católicos, tales como la hechicería, idolatría, presencia de judíos, etcétera.1 Afuera de la iglesia parroquial se instaló una mesa para recibir denuncias, que leídas desde la mirada de la Historia de la salud y enfermedad pueden revelar las prácticas tenidas por normal en aquel entonces.
Entre los vecinos que se acercaron, destacan Mariana de Grijalva, una española que -después de ocho partos- se enteró que no había hecho lo correcto al momento de dar a luz.2 Su partera de confianza, Inés de los Ríos, hasta entonces había seguido lo que consideraban era el protocolo de alumbramiento, sin sorpresas que comentar. Sin embargo, después de ese edicto inquisitorial, Mariana entendió que la práctica de Inés era condenable para los buenos cristianos.
Mariana denunció a su partera ante la Inquisición y testificó, junto con otras tres mujeres -también atendidas por Inés- de que justo después de expulsar a la criatura, Inés acostumbraba retirar las reliquias religiosas que las madres usaban;3 es decir cualquier distintivo cristiano generalmente colocado en el cuello, como parte de los elementos de identidad y fe. Además de Inés, también denunciaron a otras practicantes.
En su defensa, la mayoría de las parteras argumentaban que habían aprendido que al retirar del cuello de la mujer cualquier peso u obstrucción facilitarían la expulsión de la placenta. La acción de retirar reliquias del cuello de la madre obedece a la noción que provisionalmente denominaré como “quitar-poner”. Es decir, quitando externamente algo del cuerpo, o colocando algo encima se podrían hacer cambios en la salud.
Las observaciones de Andrés Pérez de Ribas, publicadas en 1645, podrían respaldar esta noción. Este misionero señaló que a las niñas, aún en las acabadas de nacer, se les cubría con alguna mantilla o tela.4 Esto sugiere una doble interpretación, por una parte -ante la mirada occidental de Pérez de Rivas- era una señal de honestidad; una segunda explicación -a la luz de las acusaciones inquisitoriales de la misma época en Culiacán- es que esta acción de cubrir a las niñas recién nacidas podría obedecer a una lógica de “tapar”, “cubrir”, “poner” algo sobre el cuerpo para preservar la salud.
Pero ¿Qué era ese algo que querían cubrir, tapar? ¿Por qué poner algo sobre el cuerpo? Al parecer el “colocar” algún objeto sobre el cuerpo obedecía a la lógica de sumar peso sobre todo el cuerpo para que “lo interno” se asiente. Esto lo concluyo a raíz de otras acusaciones, donde es identificable que el “colocar” o “poner” sobre el cuerpo no es señal de “tapar” u “ocultar” para no ser visto, como Pérez de Rivas interpretó sino más bien, es una acción externa que, bajo la lógica de esa época, generaba cambios internos en el cuerpo.
La partera Catalina González, por ejemplo, declaró que había asistido a seis o siete partos donde ella quitaba las reliquias del pecho de las mujeres para así eliminar el peso del pecho y que la madre pudiera expulsar la placenta rápidamente.5 Además, tomaba tierra de bisagras de tres puertas diferentes, las disolvía en agua y se las daba de beber a las madres. Esta estrategia -como ella explicó- era con el fin de introducir tierra al estómago, por la boca, para hacer peso interno en el vientre materno y así expulsar la placenta. Impensable hoy en día.
Catalina describe otra técnica para “poner” peso. La partera denominada como “negra Beatriz” solía colocar servilletas sobre el vientre para el mismo fin.6 Esto tiene similitud con lo relatado por Pérez de Ribas, quien atestiguó la colocación de mantas sobre niñas recién nacidas.
Es curioso que dos series de evidencias provenientes de diferentes fuentes -con naturaleza distinta- tienen en común la descripción de acciones similares en la atención a partos. Finalmente, todo quedó en acusaciones, ninguno de los casos procedió al juicio inquisitorial, sin embargo, los testimonios nos permiten comprender las ideas acerca de la salud y la enfermedad, traducida a prácticas habituales en aquellos años.
Referencias:
- Archivo General de la Nación (En adelante AGN), Ramo Inquisición (en adelante RI), edictos, Volumen I, 16 de marzo de 1616, Foja 2–5.
- AGN, RI, Vol. 360, Exp. 174, f.515.
- Testimonio contra Luisa de Trujillo. AGN, RI, Vol. 360, Exp. 169, f. 507. Testimonio contra mulata Isabel de Arias y una esclava negra Beatriz. AGN, RI, Vol. 360, f. 484, 509. Testimonio contra Catalina González, AGN, RI, Vol. 360, Exp. 161, f. 487. Testimonio contra Ana Valencia, AGN, RI, Vol. 360, Exp. 160, f. 484 – 505.
- Pérez de Ribas, A. (1992). Historia de los triunfos de nuestra santa fe. Culiacán: Siglo XXI-DIFOCUR, p. 41.
- AGN, RI, Vol. 360, Exp. 161, f. 487.

«The child near its birth». Fuente: Jane Sharp, The midwives book, or, the whole art of midwifry discovered: Directing childbearing woman how to behave themselve in their conception, breeding, bearing, and nursing of childen in six books, Londres, Impreso por Simon Miller, at the Start at the West End of St. Pauls, 1671, Libro II, p.125.

Inforgrafía elaborada por Esmeralda Jauregui Vargas.
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